07/08/2025

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"Caminar con los jóvenes nos renueva": las Hermanas Guanellianas de Rumanía cuentan su JMJ 2025

"Caminar con los jóvenes nos renueva": las Hermanas Guanellianas de Rumanía cuentan su JMJ 2025

 

Entre las muchas voces que recorrieron Roma durante la Jornada Mundial de la Juventud 2025, resonó también la de las Hermanas Guanelianas rumanas, que acompañaron a un grupo de jóvenes en esta peregrinación de fe y fraternidad, vivida en el corazón del Año Jubilar.
Desde su comunidad presente en Chișinău, Moldavia, partieron junto a trece jóvenes para vivir una experiencia que superó las expectativas, entre encuentros, oración, camino y descubrimiento. Una presencia sencilla pero significativa, que llevó el carisma guaneliano por las calles de Roma y al corazón de los jóvenes participantes.

 

En esta entrevista, la Hna. Melania Farcaș, responsable de la formación de las hermanas junioras, relata lo vivido: una mirada auténtica a la energía y a las preguntas de los jóvenes de hoy, y a la belleza de ser Iglesia en camino.

 

Hermana Melania, ¿qué significó para vosotras, religiosas, acompañar a un grupo de jóvenes a la JMJ 2025? ¿Qué os sorprendió más de cómo vivieron los chicos esta experiencia?

 

Para nosotras fue una gran alegría. A pesar de la minoría católica en Moldavia, logramos participar en un evento tan extraordinario como el Jubileo, junto a miles de jóvenes de todo el mundo.


Lo que más me impactó de ellos fue su fe alegre y su confianza sencilla. Vivieron todo con entusiasmo, con el auténtico deseo de participar, crecer y compartir. Con su gratitud y su alegría, daban testimonio natural de la belleza de la vida con Jesús, contagiando incluso a quienes se encontraban. Esa actitud fue para mí la fuerza que me sostuvo incluso en las dificultades del camino.

 

¿Hubo algún momento, encuentro o gesto durante la JMJ que haya dejado una huella especial en vuestro corazón o en el de los jóvenes?

 

Hubo muchos, pero dos en particular dejaron una huella profunda.


El primero fue el Sacramento de la Reconciliación en el Circo Máximo: no encontrábamos sacerdotes que hablasen rumano o ruso, pero los jóvenes no se rindieron. Su tenacidad fue premiada con el encuentro de confesores disponibles, que hicieron posible una experiencia viva de la misericordia de Dios.

 

El segundo fue el encuentro con la comunidad guaneliana de la “Casa S. Rosa” en Roma. Acogidos con sencillez, los jóvenes respiraron un clima de oración, vida compartida y paz. De ese encuentro nació en ellos el deseo de una fe más auténtica, vivida con coherencia en los lugares ordinarios de la vida. Descubrieron que la vida consagrada es una presencia que inspira: un testimonio de amor concreto capaz de hablar incluso a quienes están en búsqueda.

 

¿Qué frutos o caminos futuros esperáis que puedan surgir de esta experiencia, para los jóvenes y para vuestra comunidad?

 

El primer fruto es el deseo de seguir caminando juntos. Los jóvenes expresaron su voluntad de volver a encontrarse como grupo, de mantener viva la comunión y de dar testimonio de la fe en la vida cotidiana: en la escuela, en el trabajo, en la familia.

 

En el grupo también había tres chicos ortodoxos que hace pocos meses pasaron a formar parte de la Iglesia católica. Para ellos, la JMJ fue un regalo inmenso: expresaron su gratitud y el deseo de participar más activamente en la vida parroquial, en la catequesis, en la caridad. Un deseo concreto de vivir la fe de forma plena.

 

Un momento especialmente significativo fue la Vigilia con el Papa León XIV. Sus palabras —«Quereos entre vosotros... La amistad es un camino de paz»— resonaron con fuerza. En los jóvenes nació un nuevo impulso: construir relaciones sencillas y auténticas, capaces de generar paz, comenzando por sus propios ambientes. Algunos compartieron el sueño de tejer lazos incluso con los países vecinos, Rusia y Ucrania, a través de pequeños gestos de fraternidad y escucha.

 

También para nosotras, religiosas, fue una experiencia de renovación.

 

Los jóvenes nos recordaron que la fe es un camino siempre abierto, y que acompañar significa permanecer juntos en las preguntas, sin la prisa de dar respuestas. Y quizás la esperanza nace justamente ahí: cuando alguien se queda a tu lado mientras buscas la luz.

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