18/08/2025

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Voces desde la Plenaria 2025: La escucha que genera vida

Voces desde la Plenaria 2025: La escucha que genera vida

 

Al concluir la Asamblea Plenaria 2025 de la UISG, recogemos en esta sección los testimonios y reflexiones de varias Superioras Generales sobre los grandes temas que animaron nuestros días de escucha, discernimiento y comunión.


A través de estas entrevistas semanales, deseamos abrir un espacio de escucha y comunión, donde resuene la experiencia de quienes, desde contextos diversos, caminan en clave sinodal al servicio del Evangelio y de la vida consagrada en el mundo de hoy.


Esta semana compartimos las palabras de la Hna. Simona CORRADO, Superiora General de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Reina de la Paz, sobre cómo la vida consagrada sigue siendo significativa solo cuando es profundamente humana, evangélica y enraizada en la realidad.


"El desafío más profundo para la vida consagrada es volver a estar en medio del pueblo, escuchando su clamor, su sed de sentido, de espiritualidad y de cuidado. Esta actitud nos permite también leer nuestros propios desafíos, porque están entrelazados con la historia y con la encarnación a la que somos llamadas: una historia que nos interpela y nos provoca continuamente.

En este contexto, creo que uno de los primeros desafíos —nada obvio— es recuperar el seguimiento de Jesús. Significa caminar con Él, compartir sus opciones evangélicas y dejarnos guiar por ellas también en nuestras decisiones concretas, incluidas las económicas. En este punto, de hecho, no siempre logramos ser un signo transparente y coherente.

Otro desafío que siento con fuerza es crecer como personas adultas, como mujeres maduras, superando infantilismos que algunos sistemas de la vida consagrada a veces fomentan. Esta madurez no es solo para nosotras: se convierte en testimonio y ayuda para el mundo, porque cuanto más arraigadas estamos en la realidad y en la vida cotidiana, más significativa puede ser nuestra presencia.

Por último, otro desafío se refiere a la necesidad de vida. Si toda la humanidad tiene sed de vida, también nosotras, como mujeres consagradas, necesitamos vida.
Por eso, nuestros institutos y congregaciones están llamados a crear espacios y formas que favorezcan la vida de cada una en su interior. Esto puede significar salir de uniformidades demasiado rígidas y abrirnos, en cambio, a una sana diferenciación, que permita a cada una vivir el carisma de manera auténtica y personal."
 

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