
04/08/2025
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Voces de la Plenaria 2025: La vida consagrada, una gracia para la Iglesia y para el mundo
Voces de la Plenaria 2025: La vida consagrada, una gracia para la Iglesia y para el mundo
Al concluir la Asamblea Plenaria 2025 de la UISG, recogemos en esta sección los testimonios y reflexiones de varias Superioras Generales sobre los grandes temas que animaron nuestros días de escucha, discernimiento y comunión.
A través de estas entrevistas semanales, deseamos abrir un espacio de escucha y comunión, donde resuene la experiencia de quienes, desde contextos diversos, caminan en clave sinodal al servicio del Evangelio y de la vida consagrada en el mundo de hoy.
Esta semana compartimos las palabras de la Hna. Pauline Sawadogo, Superiora Generale de las Hermanas de la Inmaculada Concepción de Uagadugú, sobre el valor de la vida consagrada hoy.
" La vida consagrada siempre ha sido una gracia para la Iglesia y para el mundo.
Lleva al conocimiento de Jesús y a la santificación de la Iglesia a través de personas que se han consagrado a Dios para compartir la misma vida que llevó Cristo: una vida de castidad, de pobreza, de obediencia, una vida de caridad a través de las acciones que los religiosos y religiosas realizan en el mundo.
Sabemos que nuestro mundo enfrenta muchas dificultades en el ámbito de la fe. Por eso, la vida religiosa sigue siendo un llamado constante a volver a Cristo, a centrarse en Él, que es el corazón de nuestra existencia, el motor de nuestras actividades y la fuente de toda santidad.
La vida consagrada sigue siendo un don precioso para la Iglesia, para su santidad y para su misión. Las personas consagradas se entregan en todos los ámbitos para ayudar al ser humano a desarrollarse, a conocer a Jesús, a crecer en el amor al prójimo y así caminar hacia la santidad que Cristo ha ofrecido a cada persona que viene al mundo para creer en Él y servir a los hermanos y hermanas.
La vida consagrada siempre nos sumerge en la radicalidad de Cristo, en la radicalidad del Evangelio, que nos da la fuerza para entregarnos cada día al servicio de nuestros hermanos y hermanas pobres, enfermos, solos y también de aquellos que necesitan nuestra cercanía para devolverles el gusto por la vida y para caminar con esperanza.
El tema del año jubilar es la esperanza. Por tanto, la vida religiosa está aquí para decirle a cada persona que es un don para Dios, que es amada por Dios, y que Dios es el Padre de todos. Juntos estamos llamados a caminar en el amor y en la fraternidad."
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