
06/08/2025
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Declaración por la Paz: 14 de agosto Jornada de oración y ayuno
Declaración por la Paz: 14 de agosto Jornada de oración y ayuno
En un mundo desgarrado por la guerra y la deshumanización —en Gaza, Sudán, Ucrania, Myanmar, Haití, República Democrática del Congo y en tantos otros países heridos por conflictos visibles e invisibles— no podemos permanecer como espectadoras silenciosas.
Cada día vemos rostros marcados por el dolor, vidas destruidas, pueblos privados de su dignidad y de la paz, especialmente mujeres y niños.
Como mujeres de esperanza, arraigadas en la fe e inmersas en las heridas de nuestro tiempo, sentimos la profunda necesidad de alzar la voz y unir nuestros corazones.
Como mujeres en las fronteras, que caminan junto a quienes sufren, escuchando el clamor de los pobres y de la tierra, tenemos la responsabilidad de construir comunión, proteger la vida y exigir justicia.
Por ello, las invitamos, en espíritu de comunión y de corresponsabilidad evangélica, a unirse en un acto colectivo de oración, discernimiento y testimonio, para que la paz no sea solo un deseo, sino una realidad construida entre todas.
En particular, proponemos que el 14 de agosto sea vivido como día de ayuno y oración, invocando la intercesión de la Madre de Dios, Nuestra Señora de la Paz, cuya fiesta celebramos el 15 de agosto.
Confiémonos a ella, para que acoja con ternura el clamor de los pueblos y nos enseñe a ser una presencia humilde y profética en los lugares del sufrimiento.
Les pedimos:
- Promover momentos de oración y reflexión sobre la Palabra en sus comunidades, a la luz de los sufrimientos actuales del mundo, dejándonos transformar interiormente.
- Comprometerse con las autoridades civiles y eclesiales de sus respectivos países, exhortándolas a abrir caminos de reconciliación, desarme, defensa de los derechos humanos y protección de las víctimas.
- Apoyar acciones concretas de solidaridad global, a través de redes de ayuda humanitaria, acogida y testimonio profético a favor de los pueblos más afectados.
Como mujeres que velan en la noche, seguimos creyendo que incluso en la hora más oscura puede brillar una luz: la luz del Evangelio, de la justicia y de la fraternidad.
Juntas invoquemos al Dios de la paz, para que podamos ser instrumentos de su amor, y confiamos este camino a la intercesión de María, nuestra Madre de la esperanza.
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