31/10/2025

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El Jubileo de la Educación destaca el papel de las religiosas en la educación de las nuevas generaciones

El Jubileo de la Educación destaca el papel de las religiosas en la educación de las nuevas generaciones

 

 

«Garantizar el derecho a la educación es afirmar la dignidad de cada persona, romper los ciclos de exclusión y sembrar semillas de paz. Las religiosas están ahí».

 

Así lo expresó la Hna. Miriam Altenhofen SSpS, miembro del consejo ejecutivo de la UISG, en el congreso internacional «Constelaciones Educativas: Un Pacto con el Futuro». El congreso tuvo lugar en Roma, en el 60.º aniversario de la declaración del Concilio Vaticano II sobre la educación cristiana, Gravissimum Educationis. Formó parte del Jubileo del Mundo Educativo, en el marco del Jubileo 2025: Peregrinos de Esperanza.

 

El congreso fue inaugurado por el Cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación. Entre los panelistas se encontraban educadores, arzobispos, obispos y el Premio Nobel de Literatura de 2023, Jon Fosse.

 

En su discurso, la Hna. Miriam subrayó el papel de las religiosas y la Iglesia católica en la educación, fundando escuelas y universidades, a menudo en los lugares más remotos y de difícil acceso. El objetivo no ha sido solo transmitir conocimiento, sino formar integralmente a la persona y construir una sociedad basada en la solidaridad y la justicia:

 

«Como religiosas, aportamos una parte esencial a este tipo de educación y formación integral».

 

La Superiora General de las Hermanas Misioneras Siervas del Espíritu Santo enumeró los numerosos ámbitos en los que las religiosas están presentes, como en barrios marginales, guarderías y jardines de infancia:

 

«De forma sinodal, las congregaciones religiosas femeninas construyen puentes y desarrollan redes, creando sinergias para una educación integral, tanto formal como no formal».

 

Las religiosas se esfuerzan pare inculcar valores cristianos en el corazón de los alumnos para que se conviertan en ciudadanos responsables que contribuyan a mejorar el mundo. La Hna. Miriam concluyó su intervención con un llamado a la colaboración: «Trabajemos juntos, formemos una “constelación”, como la llama el Cardenal Tolentino, con gobiernos, comunidades religiosas, educadores y familias, para asegurar que cada niño, cada joven, en todas partes, pueda aprender, crecer y aportar sus dones al mundo».

 

Discurso completo de la Hna. Miriam titulado «Educar para la esperanza y la dignidad humana: La vital contribución de las religiosas»

 

Buenos días a todos y todas y muchas gracias por la invitación a participar en este importante panel.

 

La educación es un pilar fundamental de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, adoptados en 2015. El ODS 4 se centra en la «Educación de calidad», cuyo objetivo es garantizar que todos los niños y niñas completen una educación primaria y secundaria gratuita y de calidad.

 

La educación no es un privilegio para unos pocos. Es un derecho humano fundamental, arraigado en la dignidad de toda persona creada a imagen de Dios. El artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos lo afirma, y el Papa Francisco nos recuerda, a través del Pacto Mundial sobre la Educación, que la educación es siempre un acto de esperanza: una inversión en el futuro de la humanidad y nuestra casa común.

 

La realidad aún dista mucho de lograrlo: basta mirar a Gaza, Siria o Ucrania. Es imposible ofrecer una educación de calidad en un entorno caracterizado por la violencia, la guerra, la pobreza extrema y la falta de lo más básico, como alimentos y agua. Estos lugares son solo un ejemplo de tantos otros donde niños y jóvenes no pueden ir a la escuela o van con el estómago vacío.

 

La Iglesia Católica, y en especial las religiosas, intentan cerrar esta brecha. La Iglesia es un actor global clave, que gestiona el mayor sistema educativo no gubernamental del mundo. La Iglesia siempre ha entendido la educación como parte de su misión.

 

En 2019, el Papa Francisco lanzó una invitación al diálogo sobre cómo estamos construyendo el futuro de nuestro planeta. Según el Papa Francisco, todo cambio requiere un proceso educativo orientado a desarrollar una solidaridad universal y una sociedad más acogedora. Respaldó un Pacto Mundial sobre Educación para reavivar nuestra dedicación por y con la juventud, renovando nuestra pasión por una educación más abierta e inclusiva. (Vademécum Mundial sobre Educación)

 

Durante siglos, congregaciones religiosas, movimientos laicos e instituciones católicas han fundado escuelas y universidades en todo el mundo, a menudo en los lugares más remotos y difíciles. El objetivo nunca ha sido solo transmitir conocimiento, sino formar a la persona en su totalidad: mente, corazón y espíritu, y construir una sociedad basada en la solidaridad y la justicia.

 

Como religiosas, aportamos una parte esencial a este tipo de educación y formación integral. Estamos presentes en todos los sectores de la sociedad. Estamos organizadas en la UISG, la Unión Internacional de Superioras Generales, con más de 1900 congregaciones femeninas que responden a los problemas críticos del mundo actual. De manera sinodal, las congregaciones religiosas femeninas construyen puentes y desarrollan redes, creando sinergias para una educación integral, tanto formal como no formal.

 

Se encuentran religiosas en barrios marginales, al margen de la sociedad, educando y empoderando especialmente a niñas y mujeres. Se las encuentra en guarderías, jardines de infancia y en todos los niveles educativos, hasta la universidad, ejerciendo sus diferentes carismas y sirviendo a las personas necesitadas. 
 

Normalmente, las religiosas mantienen una estrecha relación con otras mujeres, con los padres y las familias. Colaboran con misioneros laicos y otras organizaciones e instituciones. Persiguen objetivos culturales, así como la formación humana y espiritual. Se esfuerzan por inculcar valores humanos y cristianos en el corazón de sus estudiantes y ayudan a los niños y jóvenes a convertirse en adultos responsables que deseen contribuir al mejoramiento de este mundo.

 

Prestan atención a la suave música de las relaciones y a nuestra interconexión como seres humanos con el mundo natural y el cosmos entero. Todo está interconectado y dependemos unos de otros y de nuestra Madre Tierra.

 

Garantizar el derecho a la educación es afirmar la dignidad de cada persona, romper los ciclos de exclusión y sembrar semillas de paz. Las religiosas están presentes.

 

Trabajemos juntos, formemos una «constelación», como la llama el Cardenal Monseñor Tolentino —gobiernos, comunidades de fe, educadores y familias— para asegurar que cada niño, cada joven, en todas partes, pueda aprender, crecer y aportar sus dones al mundo.

 

En palabras del Papa Francisco: «Educar es siempre un acto de esperanza».

 

Que esta esperanza se haga realidad.
 

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